Miedo [NaruHina]

Miedo

Miedo… Es una emoción caracterizada por un intenso sentimiento habitualmente desagradable. Esa es la palabra perfecta para describir los temores de los humanos. A veces pueden ser temores tontos o simplemente grandes, todo depende de la persona.

Una gran tormenta azotaba a la ciudad, millares de gotas caían desde el cielo, relámpagos y rallos hacían su aparición iluminando los cielos, no se podía admirar ni una sola estrella en el oscuro anochecer. El cielo estaba pintado de un leve color rojo. La ciudad estaba desierta, los habitantes de esta se refugiaban de la lluvia en sus hogares.

Un gran rayo había atravesado los cielos y un agudo grito se hizo escuchar –Porque tenía que llover precisamente hoy?- Se preguntaba una oji perla, abrazando sus piernas, estando sentada en el sofá de su gigantesca habitación, justo al lado de la ventana. Si, odiaba la lluvia, especialmente si era de noche. Detestaba los relámpagos, los rayos que atravesaban los cielos, provocando grandes estruendos.

Otro rayo atravesó el cielo, imitando al primero, causando un estruendoso sonido. La chica dio un pequeño brinco por el susto, busco su teléfono celular por todo el sofá apresuradamente. Logro encontrar ese pequeño aparato, lo tomo con sus delicadas manos y empezó a escribir un mensaje de texto •Donde estas? Te necesito! Sabes que odio estar sola cuando llueve!• Lo leyó rápidamente, para luego escribir el número del destinatario y enviarlo.

-Espero que se apresure- Susurro, abrazando sus piernas.


Un apuesto hombre rubio, estaba sentado en un gran escritorio, firmando, revisando y acomodando diversos papeles, tomo uno de los muchos sellos con su mano, para luego apuntar y dejar caer su mano –Faltan mas papeleos Sasuke?- Pregunto, elevando la voz.


Un chico, hizo acto de presencia en la puerta –Claro que si- Respondió frunciendo el ceño, cargando una montaña de hojas blancas –Definitivamente prefiero la universidad- Expreso con voz amargada, perdiéndose tras la puerta.

Si, definitivamente la universidad era mucho mejor, pensaba el rubio de ojos azules. Se preguntaba si fue una buena idea fundar una de las más grandes empresas de todo Japón junto con su mejor amigo Uchiha. Revolvió su cabello con sus grandes manos ¡Por supuesto que era la mejor inversión que haya realizado en su vida! Pero, eso no le quitaba lo cansado que era el trabajo.

Su teléfono comenzó a vibrar y a sonar, algo que lo sobresalto, busco ese aparato por todo el escritorio, hasta que por fin dio con él. Pudo admirar en la pantalla que era un mensaje de texto. Abrió el buzón de entrada, para luego apretar el botón de OK y leer el escrito. •Donde estas? Te necesito! Sabes que odio estar sola cuando llueve!• Mierda! Pensó, era su esposa. Giro la gigantesca silla hacia la ventana que estaba justo detrás de su escritorio. Llovía, era más que obvio. No se había dado cuenta desde cuando estaba lloviendo.

Volvió a girar su silla, tomando todos los papeles que estaban esparcidos encima de su gigantesco escritorio, firmo y sello todo a la velocidad que le daban sus manos. Debía apresurarse, su amada lo necesitaba y odiaba no poder estar ahí para ella. Tardo unos 20 minutos en terminar todo, libero un suspiro y se encogió de hombros en su asiento.

Un chico peli negro, muy apuesto irrumpió en la oficina del rubio –Creo que ya terminamos todo- Expreso, caminando hacia el gran sofá que estaba en la oficina, dejándose caer pesadamente.

-En efecto. La compañía Uchiha pronto estará en el mundo de la economía- Habló con una gran sonrisa, ganándose otra por parte de su amigo.

-Las compañías Uzumaki y Uchiha serán las mejores de todo Japón- Dijo el pelo negro, mirando hacia el techo de la gigantesca oficina. Si, la felicidad, a pesar de estar cansados, los inundaba. El rubio, había puesto todo su esfuerzo en poder fundar su compañía aliada Uchiha.

-Bien!- Expresó el oji azul, levantándose de su escritorio, tomando su portafolio y guardando todo en el –Hinata está sola en casa y… Sabes que odia la lluvia- Concluyo, informándole a su amigo.

-Ok. Anda con tu amada- Dijo el azabache, moviendo su mano de arriba abajo.

Una carcajada se hizo escuchar. El peli negro miro a su amigo –De seguro Sakura te tiene una gran sorpresa en casa- Expreso el rubio, haciendo énfasis en Gran.

El Uchiha miro a su amigo sorprendido con un leve, muy poco rubor en sus mejillas. Era cierto, las sorpresas de Sakura no eran para nada pequeñas, siempre dejaban al azabache boquiabierto o a punto de desmayarse. Como sabia el rubio de estas cosas? Pues, Sasuke le contaba todo lo que le pasaba, no por nada del mundo eran los mejores amigos.

-Nos vemos Sasuke- Se despidió el rubio, saliendo de la gran oficina, atravesando un largo pasillo para esperar el ascensor.


La lluvia no se detenía, Hinata estaba muy asustada. Las luces se habían apagado. Una falla eléctrica hacia acto de presencia. La Hyuga, tomo una manta que estaba en el sofá, envolviendo su cuerpo con esta. Un relámpago ilumino el cielo, causando que la oji perla diera un pequeño brinco.

Quería llorar, odiaba estar sola. Las lagrimas aparecieron en la comisura de sus ojos, estaban a punto de derramarse, algo que ella no trato de evitar. Odiaba ese sentimiento de soledad que la invadía. Cuando era pequeña sus padres nunca estaban presentes para ella, se sentía tan sola, siempre lloraba por las noches, pero ese sentimiento desapareció al conocer a Naruto Uzumaki. Desde pequeños se conocían, algo que nunca imagino la peli negra era que ese chico rubio, carismático, hiperactivo y muy alegre, fuera a ser su amado esposo.

Una lagrima se deslizo por su mejilla, el frio estaba comenzando a molestar, sus mejillas estaban rojas, producto de este. Abrazo mucho mas sus piernas, apegándolas a su torso. Tomo su celular en sus manos, miro la pantalla… Nada, su amado rubio no respondió a su mensaje. Admiro la hora, hacia unos 40 minutos desde que lo había enviado.


El Uzumaki libero un suspiro, estaba parado justo al frente de la gigantesca puerta de su casa, su ropa estaba completamente empapada, producto de la lluvia. Saco sus llaves de su abrigo, introdujo una de estas en la cerradura, la giro y abrió la puerta de madera. Al entrar, no logro divisar nada. Libero otro suspiro.

Saco su teléfono celular de su abrigo, el cual utilizo como lámpara. Busco en la pared el interruptor de la luz, abrió la cabina. Lo que pensó, el interruptor se había caído. Seco un poco sus manos y lo subió otra vez. La mansión se ilumino rápidamente. Una sonrisa apareció en su rostro.

Camino hacia las escaleras, para luego subir los escalones rápidamente, se saco el abrigo y el saco, aflojo su corbata y despeino mucho más su cabello mojado. Parecía un muñeco de PlayBoy. No se podía evitar decir que el hombre era muy apuesto.

Atravesó el pasillo el cual conectaba unas pocas habitaciones. Se detuvo frente a una gran puerta, tomo el cerrojo y lo giro. Al entrar a la habitación, pudo divisar en su sofá a su pequeña esposa, la cual estaba siendo cubierta por una manta color azul celeste.

-Hina-chan- Suspiro su nombre con ternura.

-Naruto- Se giro a verlo, se levanto del sofá y recibió a su esposo con un fuerte abrazo. Lo extraño, se paso todo el día en su oficina. Odiaba esos días en los cuales ella lo tenía que esperar sola en la mansión.

-Lo siento… Llegue tarde- Se disculpo el rubio.

-No te preocupes- Expreso la oji perla, aferrándose más a él –Lo importante es que estas aquí- Concluyo, con una sonrisa.

El rubio conmovido por sus palabras, tomo el mentón de su esposa, obligándola a mirarlo. Se sorprendió al ver rastros de lágrimas en su rostro. Acaricio su mejilla y la miro con ternura –Estabas llorando- Dijo, besando su frente.

-Sabes que odio estar sola- Se defendió la Hyuga.

-Es cierto- Expreso el rubio, sonriendo –Nunca te volveré a dejar sola- Le prometió a su esposa.

-Se que no lo volverás a hacer- Hablo la peli negra, poniendo sus pies como una bailarina, haciendo un esfuerzo por llegar al rostro de su amado.

El Uzumaki tuvo que bajar su rostro, para rozar los labios de su esposa –Te amo- Expreso, esta vez uniendo sus labios con los de la chica, pasando sus brazos por la cintura de esta. La oji perla poso sus brazos alrededor del cuello del rubio, intensificando así el beso.

Desde ese día, Naruto nunca volvió a dejar sola a su esposa. Hinata, no volvió a sentir miedo hacia la soledad, ya que, juntos procrearon una hermosa hija. Sus vidas eran perfectas, una hermosa familia. Las empresas Uzumaki y Uchiha, triunfaron en el mundo de la economía.